Los cerebros mutan, niegan y aceptan. Se mueven, contraen, trasladan; ríen, se entristecen, se sobrecargan, relajan y desconcentran. Son el yo y el súper yo; el conciente y el inconciente también (ideas y sueños). Mas no lo son todo. Nosotros somos también el pedazo de carne siamés del intelectual que nuestro cráneo protege. Este siente, se estremece y enferma, el viento, la piel de gallina, el agua; los otros. Y así, de a dos (juntos), mente y cuerpo se encaminan en una bella historia, un amorío tal vez, del cual uno es hijo. Yo soy hijo de padres separados y he aquí las crónicas de una separación espantosa y la historia de un cuerpo que, despechado, dio plena libertad de acción a su deshabitada cavidad ósea.

19 feb 2009

Anatomía II

Sístole y diástole, todas ellas, una reacción ante tu presencia. Siento el músculo contraerse, irrigando; inflándome todo con roja sangre e ilusión. Mi gesto bruto en tus dedos manipulado hacia una mueca en la que me gusta creer nos encontrábamos ambos. Mas en unos 0,4 segundos blanquease mi rostro y con ello, muerta la mueca, mi sentir. Y tu atrás, también bello, cada vez más pequeño. Espero nunca necesitar la sal para así saber de tu certero regreso.

Anatomía I


Molecular. Átomos y protones. Todo en mi esta en constante ebullición. Estallo, me duplico y subdivido; dejando segundo a segundo de ser yo quien era antes. A la vista no se nota, al tacto tampoco. Hay energías, poderosas e invisibles, manteniéndolo todo en un orden aparente; siempre. Mas, hay uno de entre millones de esos yo que (matando a su predecesor inmediato) nace y lo ve; y es así que ahora ya no siento mías las letras que aquí están escritas. Ellas fueron mis/sus ultimas palabras.