Los cerebros mutan, niegan y aceptan. Se mueven, contraen, trasladan; ríen, se entristecen, se sobrecargan, relajan y desconcentran. Son el yo y el súper yo; el conciente y el inconciente también (ideas y sueños). Mas no lo son todo. Nosotros somos también el pedazo de carne siamés del intelectual que nuestro cráneo protege. Este siente, se estremece y enferma, el viento, la piel de gallina, el agua; los otros. Y así, de a dos (juntos), mente y cuerpo se encaminan en una bella historia, un amorío tal vez, del cual uno es hijo. Yo soy hijo de padres separados y he aquí las crónicas de una separación espantosa y la historia de un cuerpo que, despechado, dio plena libertad de acción a su deshabitada cavidad ósea.
16 jul 2009
Anatomía/Psique
Quiero reír, quiero correr, quiero saltar.
Mas permanezco en una estática felicidad no aparente
Se me salen los ojos de órbita;
y es así cuando este es mi sentir.
Me encanta. No me importa todo cuanto pueda ver,
si es que veo todo pero cruzado.
Ya vi muchas veces todo eso, y con estos ojos nuevos está mejor.
Me cosquillean los electrones
Pero se que el bondi va a venir
y me contengo de desintegrarme en expresión.
Amo la noche oscura, siempre;
Y más la amo cuando, lleno de luz, mis ojos son dos faroles.
No faros, mecánicos. Mis ojos son dos faroles.
Y sus respectivos faroleros, borrachos.
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